IBERO SLAM

 

IBERO SLAM

24 de Septiembre, 2011
18:00 Hrs

En DISTRITO GLOBAL

Colima 138
PLANTA ALTA

Contacto: Twitter @ANDREATARAREA



Fausto Alzati Fernandez, 
México DF, 1979. 
Ensayista, dedicado al análisis de la cultura desde las perspectivas y paralajes de la filosofía, el psicoanálisis y el budismo.
Leyó los siguientes textos:
PERRO
Solo
cual perro balbuceante
Chemo
de un trapo bañado en creencias
Solo
con tres toneladas
de inconsciente
y sin acceso
al detonador
Solo
la panza hecha un nudo
de ligas
Y tu cara
en recurrencia incesante
Solo
con la fiebre de más
siempre más
Más más más
y algo
más
Solo
el cuerpo llorando
El día
Solo
y la almohada
tramando maquinaciones
Osando
ponerse al brinco
con la causalidad
hijadetodasuputaperramadre
de mente
demente
que tengo
Solo
con la incertidumbre
del piquete de la locura
Solo
con la chaqueta
y esperanzas borrosas
Quizás
memorice el directorio
telefónico
y las texturas del vértigo
cada
que lea tu nombre
Quizás
me inscriba
a un deporte extremo
tras otro
para casi
recordar
tu lengua
Quizás
pase el tiempo
a grado cero
convencido de que voy
y vengo
cuando
sólo
le rezo al Sol
me convierta
en perro
tu perro
Pero
Ahora solo
cual perro balbuceante
chemo
de un trapo
bañado en creencias
Solo
tres toneladas
de inconsciente
y sin acceso
al detonador
DOCUMENTACIÓN
revisión de sospechas
una plétora de decepciones
traigo la lengua cargada
de palabras municiones
he de arrojarlas
como partículas deseantes
a los bordes
los márgenes de antes que antes
así
soy agente de la interrupción
los dados de la interferencia
sirviente de la intervención
un nuevo matiz de la paciencia
lanzo mis diábolos
a las lagartijas malvadas
felices marchan mis diablos
savants de lo imposible
tiro dardos
a los diccionarios de soldados
para emboscar sus enunciados
soy el prestanombre
de quién sabe qué
hago frente a su empresa
de por qué no
firmo sus documentos
de ¿de qué se trata?
Tomo sus llamadas
de quién sabe dónde
y a veces me paga
con un “hasta crees”.
No hay paz
sólo tregua
un silencio inexorable
una carencia de adjetivos
palimpsesto de acuerdos
imposibles de verificar
y firme aquí
y aquí
iniciales aquí
y aquí
No hay paz
Sólo tregua
-no es lo mismo una balsa
Que la tierra
un circuito de vigilancia
amenazas en potencia
la tortura como ciencia
ahora todos somos
estrellas
de nuestro reality show
firme aquí
y aquí
iniciales aquí
y aquí
No hay paz
Sólo tregua
simulacros de manos extendidas
extensiones de negociaciones
y confundimos el tacto
con el encanto
porque la certeza es nuestra fantasía preferida
en esta era de narciso
que para ser breve y conciso
para ser preciso
del sujeto hacemos caso omiso
sólo objetos
y un cuento que insistimos en confirmar
pero todos los héroes
son anónimos
la causalidad es inconmensurable
puede que el último gesto
de un amante
haya provocado
la primera guerra mundial
y la muralla china
o que ese mínimo ademán
de un barrendero
haya instigado
el réquiem de Verdi
y un cachondeo en la cocina
pero que prontos somos
para adorar
veloces
para postrarnos
y firme aquí
y aquí
iniciales aquí
y aquí
y juro convertirme en trueno
en un virus memético
y no descansaré
hasta provocar nausea
e indiferencia
ante el carisma y el prestigio
una aburrición vomitiva
ante los ídolos
pero ahorita estoy en tránsito
entre un sitio y otro
entre tu amenidad y mi otredad
entre mi alteridad y tu diferencia
y somos iguales
en querer ser
diferentes
inventando coreografías de jerarquías
y autoridades hiper-místicas
para respaldarnos
para cerciorarnos
y firme aquí
y aquí
iniciales aquí
y aquí
y cada que me preguntan
mi fecha de nacimiento
y lugar
me pongo nervioso
podría ser cualquier cosa
estoy siendo olvidado
desechado
lo voy a decir mal
se me va a ir
un número
seré presa
de una sospecha
insaciable
va sonar
como que me tuve que acordar
que estoy fingiendo
que estoy mintiendo
requiero recordar un código
una estructura psíquica
un modo de obediencia
una historia
de la cual soy síntoma
una histeria
y batalla
un espejo
que acompañan al nombre
y número de pasaporte
se me va a olvidar
no lo voy a poder explicar
pies y manos atadas
inyecciones de calmantes
electroshocks
y miradas distantes
-rápido, rápido
que sí es tu nombre
-claro que es mi nombre güey
-no te pongas nervioso
-no estoy nervioso
-No todo es cierto
-lo sé, lo sé
-y lo que es cierto
es inefable
al menos
firme aquí
y aquí
iniciales aquí
y aquí
porque ahora
este dato trivial
ese pedazo de información
que me es tan obscenamente
obvio
de pronto
es cuestión de vida
o muerte
mi libertad pende
de un hilo
mal atado
broma pesada
mis tenis amarrados
uno al otro
mi nombre
mi ‘no-hombre,
lo que pasa es que
vengo distraído
un poco ido
aturdido’
firme aquí
y aquí
iniciales aquí
y aquí
ay güey
por poco le digo
por poco lo digo:
soy el viento
soy una colección de albures metafísicos
-no pueden obligarme a firmar
Soy pulsiones centrifugas
El efecto realidad
soy tu madre antes de embarazarse
en el baño de un bar
soy un holograma
en el empaque de un gansito
soy nauseas estadísticas
una revuelta adolescente
-no insistas en localizarme
soy el amigo que nunca tuviste
veinte llamadas perdidas
soy la brecha cósmica entre tu
porno y tu eros
soy guardián improvisto de tu inconformidad
soy la chispa en los ojos que te recuerda
que odias a los vampiros
soy el colapso del tiempo en la ataraxia
soy Tú
Soy Tú
Firme aquí
Y aquí
Iniciales aquí
Y aquí
-‘gracias joven, el que sigue.’
Al filo de la miel
se derriten constelaciones
y la ternura
es brutal
hemos desafiado a las lámparas
con tus pupilas de mantequilla
y la mar de fluorescencias
vacilando tus pestañas
la quietud un himno
y hace tanto que no dejo de cantar
te preguntas cosas serias
que nada tienen que ver con el tiempo
avionazo decapitados Pemex 
narcomenudeo secuestrados Telmex
walmart super k nicotina
defiendo el espacio
cediendo el territorio
y llueven flores de colores oscilantes
y soñamos con rebeliones y semáforos rotos
un beso quizás
uno lejos del capital
una caricia quizás
una desprovista del pánico
eta zetas afi
panchitos poetas malditos doritos
banco mundial fmi tlc
considero brevemente
que podría escribir
un tremendo poema 
de amor
tomo café
busco culpables
me fatiga la indignación
abrazo la angustia
colgó los tenis cenan plomo su último danzón
crisis deuda inversión
duvalin coca cola ricolino
yo soy menos
tu más-turbas los rayos del sol
yo soy más
tu menos-precias la historia
pri pan prd 
jumex aeromex dvd
privatización inmigración importación
yo soy menos
tu más-ticas mi sopa de letras
yo soy más
tu menos mal que no regresas
mexicana mariguana springbreak
pgr pfp ddt
alpura silicona maizena
ya da lo mismo
ni un segundo extra les ofrezco
ahora que tengo mil brazos
y sé bailar salsa
ya olvida mi nombre
ya cancela mi servicio
ya cierra la cortina
borra mi historial
televisa tv azteca mtv
madonna belanova ketamina
china cocaína china
doce meses sin intereses
-(credencial para votar)
doce meses sin intereses
-(credencial para votar)
doce meses sin intereses
-(credencial para votar)
doce 
meses 
sin 
intereses
-(credencial para votar)
Al filo de la miel
se derriten constelaciones
y la ternura
es brutal
que no me canso de tararear odas a la dulzura a ritmo de quebradita huasteca ciber-punk
y de intercambiar mensajes cachondos con la diosa por mi celular
que no he cesado de asombrarme
y perder el aliento 
Fausto Alzati Fernandez, 

---
Bruno Berthier G.
Estudiante de Sociología (UNAM)
24 años.
Ha llegado el presente
Ha llegado el presente; con rubores de hojalata y con la esencia de un pasado
sometido, se disfraza de colores que alborozan su camino. ¡Pobre hombre que
ha caído en la desgracia de no mostrarse decadente! Es la sentencia misma
de su estancia permanente, la que asfixia el credo de las mentes adyacentes.
¡Pobre hombre!- duplicó un instante perpetuado- Sus andrajos ya no ocultan
sus arrugas codiciosas, sutiles canales que se pierden en un mar de aparente
certidumbre.
La avaricia es el destino si adoptamos la incongruencia, pues es lo injusto lo
deseable y lo contrario inaceptable. ¿Será prudente suicidarle?
Ciudad
La conocí la última noche en la que oí soplar al viento. Vi sus ojos infestados de
gigantes enjaulados, de visiones macroscópicas que le hacían olvidar que moriría
como una caja de comida, tal vez vacía, tal vez llena, pero siempre con el mismo
nombre que le concedieron sus harapos de papel divinizado, ni más largo, ni más
corto.
-Quédate en la cama hasta mañana.- Le decía -Para que mi almohada se impregne
otro ratito del olor de tus verdades duraderas.- Entonces le acariciaba las caderas,
le besaba los pies de arriba abajo y finalmente la injuriaba, igual que todos los
demás, implorando al día siguiente resistir el desamparo.
Tan pronto despertaba la sentía derretirse entre mis dedos, convertirse en el
deseo de muchos hombres que inhalaban con sus dioses el presente y se escondían
entre los huecos de las nubes que fungían como oficinas.
Había que ir al trabajo, cobijarse de las luces para impedir que se velara su figura,
que conociera a otros amores y que me olvidara de los sueños con su carne
reluciendo entre mis dientes.
Engaños y vidas que no vuelven y pulmones inflamados. Te vi pasar por la ventana,
ansiosa, incompleta, absurda. Me recordaste a una obra de teatro en la que los
personajes ya no existen, con tus ojos en lo alto al pendiente de los míos. Es
verdad, alguna vez he pensado en destruirte mientras duermes, pero cada día
parece más difícil evadir tu mirada por los cielos, excesiva, represiva.
Caray, y yo tan lejos de mi pueblo y de mi madre encadenada. Todavía no la
conoces, sólo platica con sus plantas cuando el sol da mala cara. A veces pienso
que es mejor que ni nos vea, nos hemos vuelto sarcásticos y ya no creo que nos
entienda.
Si te dijera que tu disfraz fue la razón de mi equipaje. Que estoy anclado a este
cemento inquebrantable por tu nombre.
Te he metido en mi cabeza con cuidado y me he tapado los oídos con el ruido de
los coches para que no se desdibuje tu belleza. Me he olvidado de mi tierra. Me
he olvidado de mí mismo y de la gente que me quiso. Hoy soy tú con tus rutinas
invadidas de sentido, hoy soy tú con tus discursos que me trago con los párpados
cerrados.
Bruno Berthier G.
---
Jorge Sarquis Bello
Estudiante de Ciencia Políticas (UIA)
23 años. 
Qué acontecerá en los segundos que se fueron,
Qué será de la basura que deslumbra,
Fugas y deja dudas,
Actual y nace de un pasado,
De la historia que escupe ápices de audacia,
De millones de pensamientos ya pensados.
Y este amor con mala puntería,
Y un momento entre luces y tinieblas.
Con la levedad y evanescencia del crepitante deseo,
Qué será de la vida que no es suficiente…
Joven poeta
Alguien,
alguno,
un joven,
un poeta
protesta,
escribe,
en un verso,
en los muros.
Explota
y revive.
Se reinventa,
en todos
sus recuerdos,
sus anhelos,
en las letras.
Se conforta,
a cada instante,
con sonreírle
a la vida
que le espera.
Al mundo
Disolverme en aquello que si existe
En el hotel de nuestros cuerpos
Tan sólo soy una campana azotada por el viento
Tú eres todo el resto
Oh, mundo tuyo y mío
Eres nuestro alimento.
Hablo del amor cargado por los huesos
Y hablo con todo mi agradecimiento.
Las palabras en mi lengua ya no bastan
Pues te has robado gran parte de mi aliento
Oh, mundo mío
¿Qué mejor sustento?
Hablo del amor cargado hasta los huesos
Y hablo desde mi ignoto adentro.
En el límite…
Déjame ir a ver mi sueño,
mi sentido, mi milagro,
no me detengas con una mirada triste,
ésta noche déjame vivir ahí mismo,
en el límite del mundo;
luego, volveré…
Jorge Sarquis Bello
---
Fernando Meneses Romero
Estudiante de Ciencias Políticas
22 años
Soledad
Y bueno soledad, aquí tu y yo,
Tullidos en la misma escena,
Hirviendo el polvo que me queda,
Deshojando la carne de mis dedos
Que se inmola en tu dulce silencio.
Y que se vayan lo monstruos que
En tu lugar padecieron hambre,
Que me quitaron ambas piernas, pero el mar
-el mar que es tu hijo, espuma
Que se abre como una espina hilando
Galaxias, que te habla infinito en tu lenguaje-
Valiente y gentilhombre vino a rescatarme.
Que se vayan los hechiceros,
Los de las palabras pétreas, gárgolas
Palabras en la iglesia de lo efímero,
Que hicieron de mis ojos dos volcanes,
Arenas derretidas, anaranjados soles,
Bellos ocasos, babosas hirviendo de tristeza,
Mis ojos que hartos de la poca luz
Tanta vida han demostrado,
Aquellos que salvaste de ser piedras,
De su estúpida falta de fuerza,
Animalidad sin violencia.
Y mierda, que se larguen,
Los malditos analistas, los psicólogos,
Los de los toros que no saben matemáticas,
Los que se visten de blanco y saben un comino de Dios,
Los de los tantos síndromes,
Los doctores, la hija de puta de tu hermana,
El jodido teléfono, el bellaco
Pellejo de mis antiguos sueños,
El radar de mis manos por los golpes,
El poco humor que me queda entre los labios,
El libro que nunca he acabado,
La sincera vida que llama, gesticula flores
y preciosa muere,
y sobre todo,
que se vayan lejos los que sueñan con trascender,
porque huérfanos carecen de mundo,
pues viven en el frágil recuerdo de los otros,
de un nadie que es cualquiera.
El astillero de plata
Prístino oro
Amordazado de tus huellas,
En mis ojos clavada
La tienta de tus piernas.
Hojarasca de pupila
Paciente lamiendo tus sonrisas,
Despides la mano,
Callas la triza,
De mi pecho hijo de tu espuma.
Nublas la vista, erizas la pierna,
Y desnuda
Ojo de luna,
Bañas la luz
Y eres la noche,
Valiente, restringida.
No eres más mujer
Que descubre
La plata a la luz de mis astillas.
De nuevo pasa
En Tarde azulada,
Rebolera,
En rosas ensartada,
Iba la frente combativa,
Que arena alzaba
En cierne, capote y luz altiva,
Pues hocinegro Dios salía.
Hosco en sangre, trompeta y por diestra,
Se elevaba el natural
De la miel a su espalda
Y cornamenta.
Hasta sus pies llega,
Al filo del sol
Y al ojo de bella,
Pues de nuevo pasa,
La sombra de estrellas,
Enamorada la luna,
Del polvo de mi alma
Canción de ti eterna.
Fernando Meneses Romero
---
Salvador Pulido Arroyo
Peribán de Ramos Michoacán
4 de mayo de 1989
Marfil Vejado
La destrucción se poso en mi ya rugosa mano,
vistiendo una sonrisa larga y húmeda cerró mis dedos sobre si,
deformabame como el vidrio hirviendo
recibe la violencia de los pulmones que le enaltecen
naciendo así con una fragilidad deliciosa.
Violencia formando convulsiones aladas
aspiraciones fabricando discursos punzocortantes
toda necesidad es transgresora e inaudita.
Opaco el resplandor del oro,
incrusto arena en su inmutable superficie,
embelesado por un crimen tan justo,
puedo amarle.
Los pinceles se hacen obsoletos,
las cuerdas del violín redundantes,
encuentro una sinfonía en la madera musicál
sucumbiendo bajo la lujuria lacerante del fuego,
duermo sobre sus cenizas
y mis sueños se convierten en marfil vejado
constituido por crueles cicatrices,
cada marca un emblema,
una tirana afirmación.
Destruyo la belleza para acceder a ella,
evidencio su carácter bidimensional,
hiero su estatismo aplasante,
le atribuyo toda imperfección grosera;
conviértole en estímulo humanizador,
epifanía en forma de peste
donde los pulmones y cerebro ceden primero,
la voluntad dinámica como única cura. 
Gesto 1
La niña abraza una gallina como a sí misma,
sin noción de lo ajeno en ese cuerpo
recibela como a la propia mano,
como a la lengua alisando los labios. 
Bicentenario
Instruye la conmemoración
en automático,
saltan vómitos de fuego
con sus chispas tan azules,
los puños levantándose
a destiempo exhalan
un inútil gesto recreativo.
Colectividades arrítmicas
se atropellan entre sí,
las bardas ceden,
los cuerpos caen,
somos los dientes mordiendo
nuestras propias encias.
Toda violencia es puntual,
las excepciones suprimidas.
Bloques inertes resplandecen
con sesgadas representaciones
de una realidad negada.
El pavimento tiembla,
las gargantas se laceran,
permanece el culto
a los destellos artificiales
como única certeza
de nuestros ojos mutilados. 
Salvador Pulido Arroyo
---
Diego Suárez Rojas
San Cristóbal de Las Casas
16 de octubre de 1991
Queratocono
Por Cenzontle
Verde que te quiero verde
Verde viento. Verdes Ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
Federico García Lorca
A través del cristal creo ver, imagino, labios deslizándose en silencio. No soy claustrofóbico, pero las estrechas paredes del cuarto me hacen sentir presión en el pecho. El asiento es cómodo; mis pies apenas rozan el suelo. Quiero que esto termine. Mi necesidad debió haberse postergado. Mercedes canceló la cita, así que no tuve más remedio que encarar la soledad de otro fin de semana. Preferible aprovechar el sábado que dormir hasta mediodía. Sobre mi regazo descansan las Tragedias de Esquilo. Las letras de la portada están vedadas a mis ojos. La señorita se ha llevado mis lentes para calibrarlos. Después, comprobaré nuevamente mi patética visión a raíz del examen. Después, el retorno bajo el sol. Después, la sonrisa inescrutable de Clitemnestra. Después…
Ella vuelve a entrar. De su estúpida mueca emerge un mal presagio. Las manos
están detrás de su espalda. Leves gotas de sudor dictan efímeros ríos en su piel morena.
Incómodo instante prior al derrumbe. Balbucea explicaciones. Su rostro comienza a hacerse más lejano. Reitera incesantemente lo apenada que está; las disculpas se atropellan una tras otra; afirma que todos los gastos correrán por cuenta de la óptica; sus palabras me laceran al afirmarme que en una semana podré volver a ver. Extiende sus brazos y en el cuenco de sus dedos yacen mis lentes deshechos. Nada puede remediarlos. Ya antes el pegamento o la cinta adhesiva han sido mis aliados en tan incómoda situación, sin importar el ridículo aspecto de un par de gafas mal reparadas. Pero lo que ella me entrega no son más que astillas. ¿Ira, para qué? Ya cuando esté lejos, en camino o en casa, se me ocurrirán toda clase de argumentos irrebatibles, de portentosos insultos, que sólo servirán para alimentar aún más mi turbación. Un largo suspiro, “puta madre” profundo. Al salir, los presentes me dirigen su condescendencia y su burla mesurada. Arrojo los vestigios de mi antigua luz justo cuando el policía me abre la puerta y sonríe de forma extraña, en espirales. Tengo que encarar mi mundo a oscuras, plagado de espejismos y perversas ilusiones. Mi mundo nebuloso y fugitivo.
La leve visión provoca imaginar la presencia en un cronotopo distinto. Aun con lentes, el iris se extiende hasta los libros, las mujeres y los árboles. Exhausto, retorna seseante con el tesoro incompleto. La frente se derrumba sobre las cejas constreñidas.
Sueña la luz. Envejece la piel. Dolor de Cabeza. Es hacia la izquierda. Definitivamente.
Hacia la izquierda… ¿O acaso, la derecha? Los colores descienden por los escalones de lo visible. Debí estudiar mejor la Guía Roji. Se esfuma junto a mí una anciana de cabello
océano, en cuyo arco entre la oreja y el cuello cartografía su tela una araña plúmbago. La
Avenida Insurgentes se me revela en pinceladas sin orden aparente o descifrable. Ha
comenzado a llover. Suspira la tierra y las corrientes aparecen. Nuevamente, ríos. Recordé entonces las tardes de lluvia en San Cristóbal, esperando a mi mamá fuera de su
consultorio. Construía mis barquitos de papel y los soltaba en el canal. Siempre se hundían.
La papiroflexia y yo tenemos una relación complicada. ¿Zarpar hacia el levante? Zarpar
hacia el levante. Agamenón acompaña mi retorno.
Un paso. G mayor. Mariposa de cobre. A mayor. No cesa de viajar la nube. Mi oído
es un bastión. Por eso necesito asirme a las pequeñas cosas, manteniendo la esperanza de supermanencia. Quizá por eso escuche tanto a la madera.
Una lengua que liba mi sombra, cargada de veneno, me guía. Casi tan sencillo como
tirar al aire una Ga-moneda. Me tropiezo con la verde raíz de un árbol que se mueve. Me
estrangula. Arrastra su voz. Es una serpiente. Siento el contacto de una lengua fría,
simultáneo, tanto en el tobillo como en la mejilla. Tiene dos cabezas. Es una anfisbena.
Cuatro ojos de tonos disímiles me miran. Óxido. Crisocola. Magenta. Tezontle.
— ¿Quién eres? —preguntan ambas voces de hojarasca al unísono.
—Tengo cuernos en los ojos.
— ¿Dónde está tu madre?
—Cerca y lejos, en realidad no sabría explicarlo.
— ¿Quién eres?
—Ya le he dicho…
—Yo nací de la espina dorsal de una grávida doncella. Siglos de putrefacción tomó
la metamorfosis de la piel que te abraza. Desde el liquen observé por primera vez a una
galaxia morir. A partir de la primera silueta oí el llanto que nos llamaba. Debía acudir. De
cierta manera, un pacto inexorable yacía escrito.
— Debe ser terrible. Lamento que tanto les cueste sentirse felices.
—Felicidad... Mi sendero no se bifurca; para ello carezco de tinta. No te
comprendo. Mis ojos penetran cada relieve de la selva. Después viene un desierto. Y luego una montaña. Y luego ultramar.
— ¿Saben a dónde ir?
—Sí.
Aromas ya antes paladeados. He aquí las trazas para hallar una casa conocida. Sin
embargo, la tiniebla es inusual. Lo es también el hedor. Hierba y musgo ceden ante la
podredumbre de su aliento. Gigantesca y rugosa criatura, el rostro oculto bajo el estanque
de ajolotes ciegos. Burbujas se agolpan en torno a ese nudo de carne, vello, verrugas,
afrentas infectadas. Párpados palpitantes rosa y púrpura. Informes torres de mucosidad que palpan al abismo. Esmalte de los fluidos propios sobre tres dientes chuecos. Es un
catoblepas. Fragmentado. Sus pupilas rojas son reflejo de las mías. ¿Puede ser esta bestia un cristal?
— ¿Quién eres? —pregunta una voz chiclosa, saturada de cadáveres de salamandra.
— ¿Conoce usted a San Antonio?
— ¿Por qué no yaces en mi ciénaga, muerto? ¿Cómo has sobrevivido a mi faz?
—Estoy perdido. ¿Podría ayudarme a encontrar mi hogar?
—Con nadie suelo hablar. La procreación es siempre a ventana cerrada.
—Sí sé a dónde ir, pero no llego.
— ¿Sabías que soy músico? Al dejar caer mis belfos sobre el limo, me gusta soplar
levemente. Sólo así es posible despertar las rocas. El trébol que aún respira inicia su danza trémula. Ondas sobre la superficie juegan a la geometría; en vaivén se escinden y rechazan.
Imagino el simulacro de un público ciego. Ningún oído ignora o cesa. Reconciliación. Me
permito existir para alguien más por un instante.
— ¿Me dejaría escucharle alguna vez?
—Innumerables lunas he devorado mi cuerpo casi completo sin darme cuenta.
Inmediatamente lo vomito. Acéfalo, a la deriva bajo el vuelo de mosquitos. Los sapos
siempre ayudan a juntar todas las partes. Después, me encanta dormir.
— ¿Sabe a dónde ir?
Los rudimentos de un laberinto. Un tablero de Go. Un tejido de lana. Engranes.
Precisa madera en movimiento. Una hermosa vaca de sándalo no posee rumbo. Donde
debieran estar las ubres, un hueco revela las piernas abiertas de una mujer en pose de
fornitura. Tal vez, el artífice de tan notable mecanismo pudiera descifrar los secretos del
vuelo. Esa dama lleva inscrita la mano terrible de un Dios.
— ¿Quién eres? —pregunta no una voz, sino un aroma, esencia de melancolía.
—No aquél a quien busca.
—Puedes serlo. Cierra los ojos e imagina. Listo. Eres ya un toro. Galópame.
Vertamos por los llanos la sangre virgen de conciencia. Le concedamos un privilegio a esta tierra ignorante: que conozca el tacto de la espuma de una ola.
—Yo no soy él.
—Puedes serlo. Cierra los ojos e imagina. Listo. Eres ya…
—Lo siento tanto.
—Puedes serlo. Cierra los ojos e im…
—Me voy.
—Puedes ser…
— ¿Sabe a dónde ir?
—No.
Luces de automóvil. Efímeras. Cruzo la calle. La advertencia de una bocina paraliza. El dolor cesa tan pronto mi cuerpo impacta contra el pavimento. La sangre sobre el metal no puede ser sangre. Se abre la puerta del conductor y un grito se desgarra en millones de gritos. Acaso ella me conozca. Acaso, hace no mucho, algo compartimos.
Mi papá quería comprarme un par de ojos nuevos. Temo no poder decirle que aquello visto como una enfermedad ha resultado de manera diferente. He sido capaz de ver.
Sería lindo contárselo. Pero, hay un secreto que no lamento dejar atrás: cómo veo las luces de un foco o estrella cualquiera. Jamás se quedan quietas. Luego se multiplican. Luego son una. Y jamás puedo estar seguro. Pero esos brillos son de alguna forma familiares. Bajo su ilusión siempre hallo su sentido. Nadie lo sabe. Sólo tú. Los médicos aseguran que dicho efecto se debe a la diplopía. Espero que ésa no sea la razón.
Diego Suárez Rojas
Ciudad de México
3 de septiembre de 2011.
-- 
Andrea Alzati
23 de junio de 1989
Guanajuato, Guanajuato.
al cliente lo que pague
este poema te va a salvar la vida
este poema te hará socialmente adaptable
este poema es un peinado de salón
este poema es una sábana de mil hilos de seda
este poema es una dentadura perfecta
repito, este poema es una dentadura perfecta
este poema es un auto convertible
este poema es un implante de senos
este poema es un homosexual de clóset con esposa e hijos
este poema son José y Vicente en el kinder, intercambiando sexo oral
este poema soy yo, en el kinder, viendo a José y Vicente intercambiar sexo oral
este poema es depilación láser
este poema es un tatuaje de mariposa
este poema soy yo manejando bajo efectos del ácido
este poema es un vibrador en el cajón del buró
este poema no se lava los dientes
este poema es artesanal
este poema se alimenta de sopas intantáneas
este poema se arregla las uñas una vez a la semana
este poema es un piquete de mosco.
viaje
me voy a vivir con las hormigas
le pido a una lombriz que me lleve hasta una cueva
y el murciélago me trata de convencer de que es pájaro
y se me acaban los cerillos
y me empiezan a crecer antenas
y la lengua se me vuelve tirita de luz
y  la tierra se me sube a los hombros
y aviento piedritas hasta la luna
y me cuelgo de una estrella
y me caigo en las olas
y me visto de espuma
y me como la arena
y soy las líneas de la mano de un chango
y no tengo intenciones de descubrir el fuego
uso ramitas para construir castillos
y lleno los castillos con nidos que son cunas
y cuido los huevos
y los miro
y camino alrededor de ellos
y les cuento cuentos
y les canto canciones
y les prometo que el mundo
no es tan malo como parece
no es tan malo como parece
que la gente no es tan mala
la gente no es tan mala
que quizá algún día
que quizá algún hombre
que tal vez Dios.
juego mecánico
nuestros cuerpos
son piezas
engranajes
de un gigantesco mecanismo
de un reloj planeta tierra
y así sin darnos cuenta
le damos cuerda
las piezas deben embonar
perfectamente
las piezas engranajes del mecanismo reloj planeta tierra deben embonar perfectamente
ahora entiendo por qué
estoy mareada todo el tiempo
rotación y traslación
sí, el mundo es un juego mecánico
abrupto
escandaloso
gigantesco reloj juego mecánico
y nuestros cuerpos
piececitas
tornillos o tuercas
nosotros habitantes del juego
juego mecánico:
mundo:
planeta:
¿qué sonido haces al moverte?
¿puedo bailar contigo?
falacia
el silencio está habitado por hilos circulares
la sangre quiere huir al centro de la tierra
no hay manos con intenciones aéreas
todo sucede al nivel del piso, al nivel de las cucarachas
todo se inventa y se mastica y no se traga
la ropa cuelga de los ganchos
y recuerda el trayecto de los días que parecían definitivos
quien escriba definitivo se dará cuenta de su naturaleza de falacia
porque todo está mal colocado en el tiempo
el reloj de Dios trae algunos minutos de retraso
los santos se fueron a andar en patines
los ángeles están armando rompecabezas
por eso acá al nivel del piso, al nivel de las ratas
los hombres se están matando entre ellos
los poderosos están de vacaciones, alimentándose de los hijos de los poetas
todas las madres son viudas
todos somos huérfanos
tenemos miedo
tenemos hambre
tenemos confianza en dudar siempre
hay que dudar incluso del tono de interrogación
es absurdo tener ropa específicamente para dormir
no necesitaríamos vestirnos para la muerte
los espíritus se fueron a las rebajas
a buscar el par de jeans que mejor les quede
el par perfecto de zapatos
el saco más elegante del almacén
puedo reiterar que algún día
desapareceremos como imágenes pixeladas
y no habrá nada más que hacer.
Andrea Alzati 

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